Mi accidente
El 10 de agosto del 2008, a las 7:42 p.m., me encontraba jugando con mis amigos en mi casa. En la carretera estábamos muy alegres jugando la ruda rueda. En un momento, se formó una pelea en la esquina. Estaban peleando dos vecinas porque uno de sus hijos le había pegado al otro niño.
Yo era una niña de tan solo 5 años, me asusté mucho. Mis amigas y yo decidimos correr del miedo. Al momento de pisar el escalón de mi casa, me caí y una gran piedra blanca me espera y me parte la cabeza y la barbilla.
Mi mama Yersis Isabel Castro se asustó mucho, tenía mucho temor al verme botar toda esa sangre. Mi madre lloró mucho y me sentí muy mal al verla así.
Ella, de la preocupación, no sabía qué hacer; mis vecinos cogieron un tanque de agua y me lavaron la cabeza y me llevaron al hospital de urgencia.
Tenía mucho miedo, porque en realidad le temía a una aguja, tenía miedo de que me inyectaran, no me dolía el golpe pero lloraba del temor a ir al hospital. Llegamos al hospital de urgencia, llamaron a la enfermera, le dijeron a mi mamá que era una herida muy profunda y me cogieron nueve puntos.
Yo me quería ir para mi casa, no me dejaba coger los puntos, ni me dejaba inyectar, lo hicieron a la fuerza, me dejaron hospitalizada toda la noche. Me pusieron una placa a ver si del golpe me había afectado algo y, gracias a Dios no salió nada.
Al día siguiente, a las 5:00 a.m., me llevaron a mi casa donde ya mi mamá tenía más cuidado y me consentía mucho.
Yo era una niña de tan solo 5 años, me asusté mucho. Mis amigas y yo decidimos correr del miedo. Al momento de pisar el escalón de mi casa, me caí y una gran piedra blanca me espera y me parte la cabeza y la barbilla.
Mi mama Yersis Isabel Castro se asustó mucho, tenía mucho temor al verme botar toda esa sangre. Mi madre lloró mucho y me sentí muy mal al verla así.
Ella, de la preocupación, no sabía qué hacer; mis vecinos cogieron un tanque de agua y me lavaron la cabeza y me llevaron al hospital de urgencia.
Tenía mucho miedo, porque en realidad le temía a una aguja, tenía miedo de que me inyectaran, no me dolía el golpe pero lloraba del temor a ir al hospital. Llegamos al hospital de urgencia, llamaron a la enfermera, le dijeron a mi mamá que era una herida muy profunda y me cogieron nueve puntos.
Yo me quería ir para mi casa, no me dejaba coger los puntos, ni me dejaba inyectar, lo hicieron a la fuerza, me dejaron hospitalizada toda la noche. Me pusieron una placa a ver si del golpe me había afectado algo y, gracias a Dios no salió nada.
Al día siguiente, a las 5:00 a.m., me llevaron a mi casa donde ya mi mamá tenía más cuidado y me consentía mucho.
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